Es apabullante la cantidad de información que existe respecto a este tema. Y en la red se encuentran dossiers completísimos cargados de datos interesantes. Mi post de hoy en realidad consiste en relatar, a través de varias fuentes, uno de los aspectos más humanos del Holocausto.......el sufrimiento.
Ya nos dice Adolf Hitler respecto a la Primera Guerra Mundial (en la que combatió y llego a ser cabo) que: " si al principio de la guerra y durante la guerra doce o quince mil de estos hebreos corruptores del pueblo hubieran sido expuestos al gas venenoso, como les sucedió a centenares de miles de nuestros mejores obreros alemanes en el campo de batalla, el sacrificio de millones en el frente no hubiese sido en vano".
Lo primero que llama la atención de este párrafo, a mi parecer, son dos cosas: la primera idea es el odio visceral hacia los judíos. Mientras tú tambien sufras daño no me importa sufrirlo a mí también incluso en mayor cuantía. La segunda idea es que este párrafo está extraído del Mein Kampf, obra autobiográfica de Hitler escrita muy anteriormente al acceso al poder de los nazis.Este último apunte desmonta la teoría , seguida por algunos testigos de la época e historiadores negacionistas como Irving, sobre que el Holocausto se hizo de espaldas a Hitler, salvaguardando así el honor del líder, cuando no , negando todo el Holocausto en sí.
Aunque no existió solo un campo de exterminio en territorio dominado por el Tercer Reich, si hay uno que ha pasado a la memoria como el representante del horror nazi, ese es el campo de Auschwitz.En Auschwitz, las cámaras de gas no eran el único aspecto horrible de su existencia. Sólo dejaban a los reclusos unos trapos miserables con los que cubrirse y a principios de 1944 era común ver a los presos totalmente desnudos. Tampoco se recibían artículos de higiene como pudiera ser el papel higiénico.
Tras jornadas interminables de trabajo, el preso vuelve al barracón a descansar pero no encuentra ningún tipo de ropa de cama, solo unas tablas de madera llamadas "Pristschen" capaz de aguantar por espacio y peso a unos 5 reclusos. Lo normal es que tuvieran que compartir estas tablas unos 15 reclusos , con lo cual la tabla cedía y se rompía.Hablar de estancias sanitarias era además una utopía en este campo. Baste un dato significativo que nos apunta César Vidal en su obra El Holocausto y es que en 1944 en el campo llamado Auschwitz II 32.000 mujeres judías compartían una letrina.
En cuanto a la dieta "tipo", por llamarlo de alguna manera, de un recluso judío en este infierno se conformaba con un tazón de sopa en el que flotaban trozos de madera o mondaduras de patatas y por la tarde un trozo de pan duro al que se le añadía un poco de mermelada, margarina o una salchicha. Ante todo lo expuesto, se iniciaba un círculo vicioso consistente en que un preso ante dichas condiciones de vida tardaba poco tiempo en contraer disentería, tifus, o diversas infecciones dermatológicas y ello tenía como resultado un envío por parte de los médicos de la SS a las cámaras de gas.
Pero no quería terminar el post sin hacer referencia a un aspecto de este tipo de lugares y es el sadismo de los guardias de la SS y sus subalternos.Uno de los asuntos más truculentos es el de los experimentos médicos, en donde destacó el doctor Menghele y sus experimentos sobre gemelos, sobre la resistencia de un ser humano a vivir solo de beber agua del mar, estudio de los cráneos judíos solo por demostrar la veracidad de la superioridad aria (para esto ultimo hacía falta matar a los sujetos y separar sus cabezas de sus cuerpos y posteriormente el enviado de sus cráneos a Estrasburgo para su análisis más pormenorizado), experimentos sobre la fertilidad femenina mezclando el semen de algunos mamíferos en el vientre de mujeres judías, introducción de azul de metileno en los ojos de niños judíos para ver si el cuerpo humano transformaba los ojos en azules de por vida etc...
En el capítulo de castigos corporales destaco el asunto del Sport Machen ("hacer deporte"), consistente en disparar por diversión y de forma totalmente aleatoria a presos judíos mientras realizaban su quehacer diario. A este deporte se apuntó un gozoso Amon Goeth, personaje que rescató de la Historia el director Steven Spielberg en su famosa LA LISTA DE SCHINDLER y que fué magistralmente interpretado por el actor Ralph Fiennes.
Tristemente, pasó también a la Historia nombres como Irma Grese. Esta guardiana gustaba de flagelar los pechos de jóvenes judías mandándolas luego a operarse de sus heridas, ocasión que aprovechaba Grese para seguir disfrutando ya que dicha operación sin anestesia era realizada ante sus ojos.
Como no es cuestión de seguir enumerando torturas y perversiones, considero que la labor de este post ha concluido. Muchísimos aspectos admiten una ingente cantidad de añadidos pero me quedo con lo expuesto aquí y ahora. El resto, no es difícil de intuir. Por desgracia.
domingo, 25 de abril de 2010
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